viernes, 1 de octubre de 2010

Apis mallefica

Hoy aprendí algo a la antigua, a la mala. Regresaba de la escuela cuando vi en mi sala, moribunda y aleteando, una bien conservada abeja obrera (Apis Mellifera). Decidí no hacerle la vida más complicada y la dejé en su batalla contra la gravedad. Pasadas un par de horas, la volví a ver... muerta, esta vez. Como buen simio curioso, la tomé por las alas para examinarla más de cerca. Justo pasaba por mi mente “si una abeja pica, muere poco después.”, cuando decidí tocar el área donde el aguijón debería estar. Las abejas muertas no pican. Error.

¡Duele igual!

Nunca he tenido un encuentro positivo con estos insectos. Ese estereotipo de la abeja amigable es puro cuento. Son agresivas, y potencialmente peligrosas para curiosos distraídos. Aún muertas. Rozar el aguijón fue suficiente para causar dolor e hinchazón. La razón de la rápida acción se debe al malicioso diseño dentado de sus aguijones.

Foto: Zach Huang

Músculos especiales para penetrar la coraza del oponente, dos sierras retráctiles y un saco de veneno con sistema de bombeo autónomo. El aguijón puede continuar inyectando veneno aún después de desprenderse del cuerpo de la abeja.

Las malas noticias para la abeja, es que, en efecto: se mueren poco después de atacar. El aguijón está conectado a su sistema digestivo y al picar, parte de sus órganos internos se desprenden en el acto. Un arma poderosa a un altísimo costo.

Suena ridículo si uno lo traslada al punto de vista humano. Andar por ahí con un tapón en el abdomen, corriendo el riesgo de morir destripado al menor descuido...

1 comentario:

  1. Pues he de decirte que no son tan agresivas como las pintas, salvo que se vean acorraladas o que andes cerca de la colonia. Yo he estado trabajando muchas horas en campo, rodeado de estas maravillas apasionantes y yo a lo mío, y ellas a lo suyo. Aunque, aún recuerdo a una un tanto pendeja que se coló en mi sombrero y se suicidó en mi oreja.

    Lo jodido del veneno de las abejas es que, además, es una señal química para las demás de la colonia, así que, si el picotazo te lo dan cerca de la colmena, vas jodido.

    Probablemente, muchos de los encuentros desafortunados que has tenido han sido con alguna de la familia de las hijas de la gran puta de las Vespidae, las avispas. Esas sí que las odio, esas sí que son agresivas. Una sola en tu presencia y ya da por culo; por no hablar de la dichosa manía de poner sus puñeteros nidos debajo de zonas por las que sueles pasar o hacer vida diaria, fuera del alcance de tu vista. Y esas, no mueren al picar (aunque los venenos siempre son caros y, normalmente, prefieren morderte antes).

    Y, sí, un diseño el del aguijón la abeja un tanto cabrón. No sé por qué es así, pero seguramente será fruto de una inercia evolutiva (el aguijón a partir de alguna víscera y, evolutivamente, aún no se ha desprendido del todo para quedar como órgano autónomo). Pero una obrera en la colonia es sustituible y, el comportamiento ha sido premiado y la especie se ha mantenido, porque parte de sus genes los llevan las criaturitas de la reina, a quien defiende hasta la muerte.

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